martes, 7 de junio de 2011
Odiar...
Nunca he odiado a nadie, aunque sé que me odian a mi.
El odio es un sentimiento inútil, nos esclaviza, envenena y no nos deja actuar ni con racionalidad ni, muchas veces, con dignidad ni sentido común.
Hay quien odia por envidia, otros por cobardía, desengaño, celos, y los que me dan más miedo, los que odian sin tener motivos.
No hace mucho alguien me recordó que tengo enemigos, mi respuesta fue directamente proporcional a su mala leche, “tú también me odias? - le pregunté…. su respuesta: silencio… conclusión: sí, también me odiaba.
Recomiendo encarecidamente el artículo que este fin de semana escribe José Luis Ágreda en el País Semanal La ira nos esclaviza. Un análisis de cómo sentimientos tan negativos como el odio, el resentimiento o la ira pueden destrozar nuestra vida. Nos mantienen enganchados a personas o situaciones nocivas que no nos dejan seguir.
Nunca he odiado ni odiaré a nadie. Quien me dio motivos para hacerlo también me los dio en su día para amarlo. Hay que aprender de los distintos trances que nos plantea la vida.
Odiar es cobarde y fácil, perdonar es valiente y difícil.
Prefiero que me odien a odiar, prefiero perdonar a que tengan que perdonarme, prefiero gastar mi energía emocional en sentimientos positivos que carcomerme por dentro minuto a minuto de una manera irracional.
Acepto todos y cada uno de los errores que he cometido y por los que mis enemigos me odian. Pido perdón también por el daño que con ellos hice, lo siento. Libero de su ira a quien me quiso mal, deseó mi dolor o lo sigue haciendo. A los que tienen motivos, recordádmelos algún día, los que no los tienen, que los busquen.
Yo no odio a nadie, ¿no odiar hace que te odien más?
Perdono, libero y suelto…
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1 comentario:
yo tampoco odio a nadie. no entiendo como existen seres humanos que tienen esos sentimientos.
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