Tal día como hoy, 4 de mayo, nació Audrey Hepburn, musa inspiradora de este blog.
Desde niña me encantó, era etérea, elegante, dulce, intrigante y sobre todo, era protagonista de películas que llevaban el romanticismo a los rincones más recónditos de nuestros sueños infantiles.
Los maravillosos trajes de Guerra y Paz o My Fair Lady. El sueño de príncipes y princesas en Vacaciones en Roma,el árbol desde el que Sabrina espiaba las maravillosas fiestas de los Larraby, la chispeante locura de Cómo robar un millón...pero sin lugar a dudas mi favorita siempre fue Desayuno con Diamantes. Los pequeños pasitos que le permitían dar un estrecho vestido hasta alcanzar los escaparates de Tiffanys, el antifaz con ojos postizos, el gato llamado gato o el cameo de un jovéncisimo José Luis de Vilallonga... cuántas veces la habré visto... cientos.
¿Dónde quedaron mis sueños en technicolor? esos que me transportaban a una realidad paralela donde el chico siempre se quedaba con la chica, los besos eran eternos y las historias se suponían de final feliz y para siempre.
Siempre que las cosas se ponen feas o la vida pierde algo de brillo, buceo en las películas de Audrey Hepburn, por lo menos allí mi corazón se amansa en manos del previsible, clásico y hasta pueril amor de los cuentos de hadas.
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